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Comunicadores sociales - periodistas que buscamos dar voz a los que no la tienen.
 
La integración social hace que se produzca democracia.

Una paz impuesta desde la Habana

Por: Jake Sebastián Estrada Charris y Cristhian Humberto Silva Bernal.

 

El diálogo es el mecanismo por el cual se construye la democracia.

 

Una población como la colombiana que es etérea, regionalista y centralizada, difícilmente podría cambiar su modelo de sociedad con una revolución popular. Para el Estado, una guerra podría ser rentable -aunque lo es para muchos-, pero nuestro país ya está lleno de todo tipo de problemáticas sociales, económicas y políticas; así que restar uno de ellos que es tan coyuntural y vigente en nuestros días como el enfrentamiento militar con las FARC no le caería nada mal. Estas son apenas dos cuestiones por las que la mesa de conversaciones les conviene a los negociadores. Hasta ahí, todo bien, pero hace falta nombrar al agente principal del conflicto: los colombianos. Porque somos todos nosotros los que hemos sufrido el flagelo de la guerra. No obstante, las delegaciones que están llegando a un consenso ideológico están compuestas por gobierno y guerrilla; no se está representando a las personas en este proceso, sino a dos instituciones: FARC y Estado.

 

Independientemente de la posición política que tenga cada quien, me atrevería a decir que todos en esta Nación queremos que el conflicto finalice; los que sí son diferentes, son los métodos por los cuales queremos que se alcance: algunos quieren obtenerla mediante la vía militar, otros desean lograrla a través de este proceso. Pero gústele a quien le guste, es bastante factible que se llegue a un acuerdo bilateral de cese al fuego –lo decimos porque poco a poco se ven avances notorios en los diálogos-. Es por ello, que nos deberían integrar de una manera más visible en este hecho coyuntural que necesariamente nos afectará a todos. Por lo visto, lo que tienen acordado las partes, es hacer un consenso entre ellas para que al final, se nos de la facultad de aceptar o rechazar algo que desconocemos mediante el voto popular o un referendo y no creemos que haya que esperar tanto para participar en el proceso de diálogo.

 

Ese modelo de paz que están construyendo insurgentes y oficialistas tiene que untarse de pueblo antes de que finalice; de lo contrario, sólo le daríamos el visto bueno –o malo- a un tratado diplomático. Y es aquí a donde les hablamos a las personas que sí desean que el proceso culmine con éxito; desde este medio, podemos decirles que existen las formas de participar y hacer parte de la generación de paz, que deben hacerse notar y pedir que se divulguen masivamente esos mecanismos. Por otro lado, las personas que no están de acuerdo con la iniciativa de llegar a la paz mediante el diálogo, tienen mayores motivos para exigir información de la mesa de conversaciones y hacer sentir su posición.

 

Hasta este momento, nos están imponiendo un modelo de país, de paz y de sociedad porque los procesos de participación ciudadana no han sido lo suficientemente visibilizados; esperamos que eso cambie, no por el bien de los diálogos, sino por el bien de todos los colombianos. 

 

En este país nada se da en bandeja de plata y mucho menos si es un derecho; es por eso, que de manera independiente debemos movilizarnos e informarnos por nuestra cuenta –además, no es muy difícil llegar a ella, sólo nos basta con tener un computador a la mano y unos minutos de navegación en la web-, diciéndole al Gobierno y a las FARC que ese pensamiento mutuo que profesan en cada momento acerca de que los colombianos somos el eje principal para llegar a la paz no se quede en el limbo de la prosa ni de la oratoria. 

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