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La sociedad civil dentro del proceso de negociación de la paz entre Gobierno y FARC.

   Por: Jake Sebastián Estrada Charris y Cristhian Humberto Silva Bernal.

 

Perdidos en el formalismo de los diálogos.

 

Los diálogos de paz que se vienen desarrollando actualmente en La Habana entre la guerrilla de las FARC y el Gobierno de Colombia, responden a la necesidad de terminación del conflicto armado; una disputa que lleva presentándose durante más de medio siglo y que ha afectado a todos los miembros de la sociedad civil colombiana, quienes son víctimas del fuego cruzado. Un acontecimiento de esta envergadura, requeriría del apoyo y la participación de partidos políticos, agremiaciones y en especial de la sociedad civil.

 

Las dos delegaciones –Gobierno y FARC- han insistido en que todos los colombianos tienen un papel por jugar en este proceso: en un comunicado conjunto entre las dos partes, se dice que “la construcción de la paz requiere de participación ciudadana en los asuntos de interés público”. No obstante, el panorama es hasta ahora totalmente diferente; y es que independientemente si se defiende o se ataca el proceso, las personas del común, ignoran la importancia de este hecho coyuntural o dicen no estar enteradas lo suficiente sobre él. Juan Fernando Buitrago es ingeniero forestal, tiene 28 años y es oriundo de la ciudad de Bogotá. Él afirma que está de acuerdo con que se llegue a un consenso y que se firme la paz; sin embargo, no lo convence la forma en como estos se están llevando a cabo: “estoy a favor de éste proceso porque soy pacifista y pienso que la mejor forma de llegar a un consenso es mediante el diálogo y la comunicación; pero creo que esa comunicación de la que le hablo, se está quedando sólo en La Habana y acá a Colombia nos contentan con comunicados, noticias o escándalos que se presentan allí”. Mientras camina hacia la empresa de telecomunicaciones en la que trabaja, María Adelaida Rodríguez menciona estar en pro de que se llegue a un tratado de paz, pero destaca que debe existir justicia: “¿a quién no le gustaría sentirse más tranquilo en el campo, en la carretera o en la misma ciudad? A mí me encantaría, pero no por esto, se debe dejar de juzgar a las personas que han cometido crímenes y delitos”.

 

Aunque alias Timochenko y Humberto de la Calle, o cualquier miembro del equipo negociador propongan que la sociedad civil, integrada por todos los colombianos jugará un papel fundamental en las conversaciones, lo cierto es que muchos desconocen que es lo que se está acordando, cómo pueden hacer parte del proceso y cuál va a ser el rol que cumplirán si FARC y Gobierno logran acordar el fin del conflicto. En una conversación efectuada con Miguel Gómez, estudiante de undécimo grado, afirmó desconocer cómo podría participar en la resolución del conflicto: “en diciembre cumpliré 18 años y podré votar; pero lo que tenía entendido era que ellos –FARC y Gobierno- iban a resolver todo en La Habana”. Zoraida Rueda, vendedora ambulante y víctima del fenómeno del desplazamiento menciona que le genera mucha curiosidad conocer de qué manera, la sociedad civil podrá ayudar en que la guerra entre Estado y FARC finalice: “bueno, no sé mucho sobre eso; es más, no creo que nosotros como colombianos podamos participar en el proceso, pero me interesaría poder contribuir y hacer parte de la solución de este problema”. Personas como Miguel y Zoraida, que desconocen los mecanismos de participación de la sociedad civil dentro de los diálogos de paz y que desconocen sus orígenes y el contenido del acuerdo son muchas. Lo invitamos a conocer todos estos aspectos en este informe hecho por Jake Estrada y Cristhian Silva.

 

Las máximas del proceso de paz.

 

Desde que el presidente Juan Manuel Santos se posesionó como presidente de Colombia, entabló comunicaciones con la guerrilla, con el propósito de buscar una salida pacífica a la guerra entre el Estado y las FARC. Ese primer paso duró aproximadamente dos años, en los cuales, el fuego cruzado dio de baja a soldados y guerrilleros de mandos bajos, medios y altos. El ex presidente Uribe soltó una chiva en twitter: “importantes miembros de la guerrilla de las FARC están siendo trasladados a Europa”. La noticia era cierta y en Oslo se llevó a cabo el primer acercamiento entre los guerrilleros y los oficialistas. Luego de señalamientos y denuncias, se pactó entablar un proceso de negociación bilateral en donde se discutirían temas puntuales de relevancia nacional. El epicentro para ello fue la Nación de Cuba en su capital La Habana -en pocas palabras, las intenciones de diálogo se establecieron desde hace bastante tiempo-.

 

Esos temas puntuales están divididos en cinco: Política de desarrollo agrario integral; Participación política; Solución al problema de las drogas ilícitas; Víctimas y Fin del conflicto. Actualmente ya se ha llegado a un consenso en los dos primeros puntos.

 

Vea el documento conjunto de los puntos de la agenda aquí:

 

https://www.mesadeconversaciones.com.co/sites/default/files/AcuerdoGeneralTerminacionConflicto.pdf

 

Ana Lucía Guillén es ama de casa y se muestra impaciente porque según dice, va tarde para la entrega de notas de su hija. Mientras espera un transmilenio que la haga llegar más rápido al noroccidente de la capital, le formulamos preguntas acerca del proceso de paz:

 

-¿Sabe qué se está discutiendo en La Habana?

-Un proceso de paz con la guerrilla.

-¿Pero de manera más concreta, conoce de qué temas se está hablando?

-Son 50 acuerdos, de los cuales ya se firmaron cinco de ellos.

-¿Está o no de acuerdo con los diálogos de paz?

-Sí estoy de acuerdo, porque en nuestro país no necesitamos más violencia; yo siempre sueño con brindarle las mejores cosas a mis hijos; para mí son la educación, el amor y una familia. Y ¿qué mejor que ellos tengan todas esas cosas en un país sin guerra?

-¿Conoce si usted como miembro de la sociedad civil puede hacer parte de la solución del conflicto?

-No. Creo que lo que podemos hacer como colombianos es apoyarlo desde lejos y pedir que se hagan las cosas bien.

¿Desde cuándo y por qué hablamos de guerrilla?

 

“La verdad no lo recuerdo muy bien en este momento, pero lo que si me ha dicho mi abuelo es que las FARC se formaron por una causa justa y que poco a poco fueron perdiendo sus ideales”. Eso es lo que dice conocer Camilo Vásquez sobre el origen de las guerrillas. Tatiana Jiménez, una joven de diecisiete años comenta sobre este tema: “las FARC nacen después de los enfrentamientos entre liberales y conservadores. Creo que inicialmente, todos los miembros de ese grupo eran liberales”. Efectivamente, las FARC nacen a partir de las guerras partidistas y de campesinos liberales atacados por los conservadores que forman unas autodefensas campesinas y poco a poco aumentan el número de adeptos a su flota. Desde que el Estado se dio cuenta que los ejércitos subversivos insurgentes de izquierda se estaban transformando en un enemigo con una estructura militar fuerte y cada vez más numerosa, se intentaron buscar facilidades y mecanismos de diálogo para asumir un diálogo concertado. Así ocurrió por ejemplo con el M-19, quien en un proceso de concertación dejó las armas y asumió las riendas del poder político, ayudando a estructurar la Constitución política de 1991. Las FARC no han sido ajenas a este fenómeno y han entablado en cinco acciones e intentos de diálogo con el gobierno que no han llegado a ningún fruto en excepción del acordado durante el mandato de Belisario Betancur en 1984 y donde se fundó el partido político de la Unión Patriótica, en donde varios disidentes de grupos armados de izquierda, sindicalistas y miembros de organizaciones comunistas dieron vida a un colectivo que poco a poco fue exterminado sistémicamente por grupos derechistas radicales. No ha sido sino hasta este proceso en donde nuevamente se ven oportunidades de darle fin al conflicto armado en Colombia, puesto que se han acordado dos puntos bastantes difíciles de acordar entre las dos partes: el agro y la participación política.  

 

La sociedad civil y los números.

 

Cuando se habla de proceso de paz, necesariamente nos remitimos al debate, un fenómeno recurrente dentro de un contexto politizado al que José Fernando Isaza llama el Estado de opinión. En otras palabras, cuando existe un tema susceptible como este, habrán personas que estén a favor y en contra acerca de un mismo tema. Muchos colombianos podrán querer la paz, pero las formas de alcanzarla varían.

 

Ese caso se vio reflejado en la encuesta realizada por la organización Barómetro de las Américas, integrada por la Universidad de los Andes y el Observatorio de la Democracia de la Universidad de Vanderbilt que encuestó a más de 3000 personas de todas las zonas del país, divididas en regiones de conflicto y una muestra nacional general. Los resultados de la encuesta son paradójicos, puesto que aproximadamente, el 62% de los encuestados dice apoyar el proceso de paz, el 70% se niega a que alguno de ellos participe en política y a que les sean perdonados sus actos. De igual manera, más del 50% de los encuestados afirma que si se llega a firmar un acuerdo, la democracia, la economía y la seguridad aumentarían en el país.

 

A pesar de que se esté en contra de la participación política de las FARC, sí se está de acuerdo en muchos aspectos con lo que se discute en La Habana: Casi el 58% de los encuestados afirma que erradicar los cultivos ilícitos haría que disminuyera la producción de cultivos ilícitos; el 48% dice no estar de acuerdo con los TLC en Colombia; el 66% ree que las transnacionales no debería tener el derecho de comprar tierras en el país y un 64% cree que las grandes propiedades rurales abandonadas e improductivas deberían entregarse a pequeños productores como por ejemplo, los campesinos.

 

Consulte la encuesta aquí:

http://www.semana.com/especiales/contradicciones-colombianos-proceso-paz/index.html

 

Luis Ahumada tiene 45 años, es panadero y comerciante, fue criado en Manizales y ha vivido en Bogotá la mayor parte de su vida. “Al parecer mi opinión sólo le importa a usted”; así contesta Luis cuando le preguntamos sobre el tema de las conversaciones. “A mí no me gusta la política y si usted me pregunta algo sobre leyes o normas o candidatos, probablemente, mi mente quedaría en blanco; con el proceso de paz es parecido, solo sé que no estoy de acuerdo. ¿Por qué? Porque creo que habrá impunidad para los guerrilleros de arriba, pero el guerrillero raso si pagará todas las consecuencias de sus actos y eso no me parece justo. Creo que los diálogos se van a caer como en El Caguán”. Luis hace parte del 23% de los colombianos, que según la encuesta de la Alianza de Medios entre revista Semana, RCN Radio y La Fm no aprueba que se llegue a un acuerdo entre las FARC y el gobierno de Colombia. También pertenece al 53% de los colombianos que no se sienten optimistas con las conversaciones en La Habana.

La encuesta puede verla en la siguiente página:

http://www.lafm.com.co/noticias/colombia/11-09-12/el-77-de-los-colombianos-apoya-12

 

¿Qué hemos hecho como ciudadanos hasta el momento?

 

“Los colombianos no hemos hecho nada y puede que seamos intransigentes con los temas políticos, pero es que si se puede hacer algo –y dudo que se pueda-, no se han divulgado los medios suficientes ni la información necesaria para conocerlos”. Así se expresa Freddy López, un conductor de transporte urbano, quien dice apoyar el proceso de diálogo; puesto que “con sus fallas y todo lo que se quiera, a nosotros, las personas que no somos culpables de la violencia, nos debe atraer la idea de las conversaciones sobre la paz que en mi concepto, son el único método para terminar la guerra”.

Hasta el momento, se han abierto dos espacios para integrar a la sociedad civil en el conflicto. El primero consiste en enviar propuestas vía internet mediante la página oficial de las negociaciones –tópico que explicaremos más adelante- y la segunda se trató de un Foro de integración civil concertado por las FARC junto con el Gobierno y organizado por la ONU y La Universidad Nacional. En el foro, que se realizó los días 28, 29 y 30 de abril de 2013 participaron 1265 personas, 480 organizaciones, partidos políticos y movimientos sociales; además de 300 expertos que se ocuparon de moderar, dinamizar y dar un cronograma al evento. Los resultados de esa jornada, fueron enviados a La Habana para ser leídos y tenidos en cuenta en el tema de Participación política, que era el que se estaba pactando en ese momento y que ya llegó a un acuerdo bilateral. Es decir, la sociedad civil representada en partidos, movimientos sociales o acciones particulares pudo hacer parte de un pre-acuerdo que ya se firmó. 

 

Asimismo, movimientos de participación ciudadana representados por voceros independientes y de los partidos políticos tradicionales, han debatido en plenarias del senado, en las alcaldías o en asambleas departamentales.

 

Según el equipo negociador, se planean efectuar más encuentros de éste tipo a medida que avancen los acuerdos y el proceso en general.  

 

¿De qué manera podemos hacernos partícipes de este proceso?

 

Una víctima directa del conflicto armado es Juliana, una mujer de 40 años que trabaja como cajera en una importante cadena de almacenes; fue víctima de desplazamiento forzoso y según cuenta, no recuerda ningún momento de su vida en que el conflicto no la haya acompañado: “cuando vivía en Corinto (Cauca), las peleas entre las FARC, los paramilitares y los militares eran tan recurrentes que ya hasta se me hacía extraño que en un día normal no pasase nada. Me tuve que ir de allá por una guerra que no era mía, ni de nadie. Ahora que vivo en la capital, no logro olvidar el pasado”; ella asegura que pone interés en las noticias que llegan desde La Habana sobre la mesa de conversaciones y después de que le explicáramos que existían métodos de participación ciudadana ella dijo: “sí me interesa participar y mucho; tal vez mi opinión no sea tenida en cuenta, pero me gustaría que por lo menos alguien involucrado en el conflicto leyera todas las propuestas de la gente y espero que se envíen muchísimas para que el Gobierno y la guerrilla tomen conciencia e sepan cuán importante es que se arregle un pacto de paz”.

 

Cada colombiano puede enviar propuestas o comentarios directamente a la mesa de conversaciones y además, tiene libre acceso a los documentos conjuntos firmados entre el gobierno y las FARC.

 

En el sitio web oficial de la mesa de conversaciones, cada colombiano puede enviar propuestas de manera electrónica o personal; cada uno puede acceder a la página principal de la mesa de negociaciones haciendo clic en el siguiente enlace:

https://www.mesadeconversaciones.com.co/

 

Hasta el momento de escribir este especial, la página ha recibido un total de 5775  propuestas entre personas naturales y organizaciones sociales. 

 

Además, las personas u organizaciones que lo deseen, pueden dirigirse también a las alcaldías municipales para diligenciar un formulario y enviar las propuestas, sugerencias o iniciativas que crea convenientes para dinamizar las conversaciones y los acuerdos que se pacten.

Finalmente, la sociedad civil hará parte de este proceso cuando haya un preacuerdo entre las partes; en ese momento, lo que se haya pactado lo decidirán los colombianos mediante una acción de voto popular.

 

Una verdad incómoda.

 

Toda esta información, opciones y mecanismos de participación otorgan una posible respuesta a la pregunta planteada inicialmente. Y es que sobre el papel, Guerrilla y Gobierno están cumpliendo con sus declaraciones –un tanto proselitistas en las FARC, algo diplomáticas con el gobierno- que prometían establecer un proceso de retroalimentación con la sociedad civil. Están recibiendo propuestas, comentarios e iniciativas de la gente. El problema es que esas opciones de participación se desconocen por la mayoría de los colombianos y eso se ve reflejado en las encuestas realizadas. Sin embargo, ellas ayudan a divisar un aspecto positivo y es que en su mayoría, los colombianos están de acuerdo con este proceso.

 

Lo que existe aquí es un error abismal y precoz en materia de comunicación: las personas no conocen como pueden participar ni en qué consisten claramente los puntos que se están negociando. Es tan esencial ese inconveniente a lo que los teóricos más puristas llaman “ruido comunicativo” que aparentemente es fácil de solucionar; basta con una campaña de divulgación en donde se expongan los medios por los cuales la sociedad civil puede contribuir para la efectiva solución del conflicto, es suficiente con que se auto promocione la página oficial de la mesa de conversaciones en la cual se pueden enviar las propuestas y es conveniente que se abran pública y masivamente las convocatorias a foros y espacios de concertación y debate público de los diálogos. Esa sería una lógica congruente y elemental para que se lleguen a conocer estos acuerdos.

 

Pero tal vez, la idea de los entes negociadores sea precisamente manejar el mismo tono con que a lo largo de estos tres años se han manejado los acuerdos; bajo unas dinámicas prudentes y de concertación puntual entre temas coyunturales; es decir, que el Gobierno y las FARC probablemente no estén muy interesados en que toda la sociedad se haga partícipe en esta etapa del proceso; es por eso que en cierto modo, no se ha compartido esa información que está allí, en la web, en las entidades públicas, en los movimientos y organizaciones sociales porque lo que interesa en esta etapa del diálogo es integrar a los sectores académicos y sociales representativos, más no a individuos, porque es más sencillo permear en la opinión pública si personas o instituciones de peso hablan sobre algo y lo que se desea es que se hable bien. Academia y agremiaciones ven –en su mayoría- con buenos ojos las conversaciones y aunque en su mayoría, el resto de los colombianos también lo hacen, las partes quieren concertar unos puntos concretos para que en un referendo popular, sea la sociedad civil la que decida sobre unos puntos estructurados por los sectores más interesados: políticos, organizaciones, académicos, economistas e industriales por decir algunos.

 

No insinuamos que esta sea una teoría conspirativa porque este proceso puede tener muchas características, pero la maquinación de un plan entre Gobierno y FARC de esa naturaleza suena de por sí muy absurdo. Lo que sí podemos decir es que estos han sido unos diálogos de carácter discreto y mediatizado hasta hace bastante poco. La estrategia de realizar unas conversaciones de estas características al parecer ha funcionado, puesto que ya se han pactado dos puntos de los cinco que se tienen en mente para llegar al fin del conflicto y se está ad portas de iniciar el tercer tema de la agenda de negociaciones. Lo que estarían haciendo la insurgencia y los oficialistas es continuar con la fórmula que les ha funcionado hasta ahora: mantener distancias con la opinión pública, pero sin negar el acceso a la participación ciudadana.

 

Es por esto que se revela una verdad incómoda –y esta no es de tipo ambiental como la de Al Gore-; es una de carácter cultural: porque puede que las delegaciones de los equipos negociadores no estén interesadas en divulgar sus medios de interlocución con la sociedad civil porque quieren usar esa herramienta en las urnas cuando se llegue a un pacto entre las partes, pero aquí hay un problema de fondo y es que como colombianos no hemos exigido que se nos informe sobre ese derecho legítimo que se nos concedió cuando inició este proceso de diálogo y ahí está precisamente el problema. Tal vez a muchos sí les interese hacer parte del proceso de paz y enviar propuestas, pero otros colombianos probablemente estén siendo indiferentes ante este tema.

 

Todavía queda mucha tela por cortar con este proceso de diálogo; no es tarde para que nos pongamos las pilas y participemos activamente, aunque las lógicas de las delegaciones oficialistas junto con las subversivas no divulguen la información necesaria. Basta con saber que existen los mecanismos de participación; el resto depende de todos los colombianos que quieran la paz y el fin de un conflicto entre Gobierno y FARC que dentro de poco cumpliría un sexenio.  

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